Un corazón es quemar preguntas dijo el loco. Estoy en el instante de la invisibilidad de los afectos, de los nervios agarrotados que palidecen, del pálpito carmesí en función redentora de un retorno marino, del pelo en el mentón del amante que vigila el escondite de la luna. Quita tu nariz, Lupita Rodríguez, saca tu bivalva lengua de mi ser. Oceánica lengua, ser insular. Estoy en el instante precioso de la regurgitación por el deseo, en el deseo, la loca voluntad de mirar y volver atrás, lanzarse adelante, quemar corazones como garrapatas y arrancar lenguas de mi cuerpo. Palideces nerviosamente agarrotada porque las cosas ya no tienen olor, no tienen sexo. Nunca lo tuvieron. Fueron otras indecencias: como la rosa que crece sobre la arena negra pero virgen, esa flor roja putrefacta. La inocente tierra sin aroma. La tierra fatigosa. Fatiga sin edad, fatiga del mundo. Fatiga y sensación del cuerpo que pesa y se arrostra y busca su coronación entre las piedras. Color y aroma del mundo. Qué pintura buscará las raíces de nuestro amor, qué música descifrará sus signos, qué poema habrá de de bucear y encontrar la luz. Me he sometido a menudo a ese estado de la luz recibida pero imposible de buscar. Esa herencia de las galaxias en las que habitamos. Ese estado de la luna tras de ti, tras de mí, como si un universo nos devorase, viviendo a través de partículas infames y antiguas costumbres de encarar la muerte. La inmensidad es la que titila, la inteligencia de las horas y los días, la sed es la calor, todo es hermoso dijo uno, eres hermosa dijo él, propiciando la absorción, la integración, la desaparición de los semáforos en flor.
No, un corazón quema respuestas. Quita tu lengua de mi cuerpo, de mi asqueroso cuerpo encorvado y doliente de sentido, tu lengua de mierda, tu órgano maloliente y rico en semióticas de otro tiempo. Es el amor la rotura, lo imposible, la convicción. La falsedad como instante, anillo de poetas. No se puede detener este fracaso, esta ruina insuicidable. Hay que sudarla cada noche. Como un cometa que viniese junto a ti y me devorase.
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