Pájaro del olvido
Soy tu carne;
Hiciste, de mí, tu nido...

quarta-feira, 24 de fevereiro de 2010

SILVANA

Para qué estrofar la antistrofa de sílice.

Se hilvana, a mi cuerpo de hombres
tus atrofiados pechos.
Despeñaperros donde la sierra
muerde a los poetas.
Y el silencio de Silvana.
Para qué guerrear el verso
si no cabe batalla en el envés
de la hoja, con el que la espada...


Sílice, Rilke, decirte quise
pero te estuviste muerto.
Para mí, te lo estuviste. Apegado a tu
pequeño bigote austriaco: aun así te quiero.
Sólo te pregunto a ti
y a todos los poetas que vais a la sierra
a ser mutilados
o mordidos
para qué atrofiar la estofa
si Silvana a su cuerpo
trufado de estrofas, estrufado,
se hilvana sí de sí
no me mí
no mi pecho
no mi escorzo de miembro universal
-- contumacia de salpicadero.

Oh sílice de vos, oh estofa de ridículos poetas!

sexta-feira, 19 de fevereiro de 2010

FILOPOIETIKÉ VEGETARIANA


Erich Mühsam tiene el luto de una flor
en el pecho lúpulo almizcleño.

Erich Mühsam über alles
confraterniza con lunfardos en ante meridiem
desnuDADAmente aviesa
la hora de provocar hematíes en el fémur.

Erich Mühsam conversa converso
de simios y canícula
a fuer de sentir los senos torrefactos
sin beso laringal de helicónide inaudita.

Erich Mühsam es presentado al
heliogábalo funcionarial para que
quien calza botas militares y suda
“Heil oder Sieg…”
y empecina la esperanza
en la estulticia de la razón instrumental
reconozca que toda la culpa
es del tren y de las vías férreas
y de la cabeza intempestiva del señor ilustrado
al que llaman Federico Guillermo
– apellidado Kan’t.

Erich Mühsam a pesar de los pesares
yo jamás he dicho tu nombre
en vano.

Es lebe die Gemüse!

quarta-feira, 17 de fevereiro de 2010

NI ESTÁ SE LE ESPERA





Ahora
que es madrugada pienso
qué haré una vez llegue
— la mañana

Porvenir de grandes proyectos.
Se me llena
tanto
la boca.
Se me llena
tonta.

Posar los pies descalzos
sobre la mullida alfombra.
Abrir los brazos
y respirar profundo.
Atravesar el pasillo
entre sollozos
de suave júbilo.
Sentir el frío suelo
de la cocina
por mi espalda.
Preparar café
al recordar un verso.
No tocar un solo libro,
no mirar nada fijamente.
Vagar aquí, allá,
entregado a cada instante
como un niño.


Ahora que es madrugada pienso
qué es lo que he hecho durante la noche.
Observo los manuales
los folios manuscritos
el ordenador caliente
la botella vacía de licor
y comprendo
que ni está ni se le espera

— al poeta.

quarta-feira, 3 de fevereiro de 2010

A Zenón le preguntaron por la dialéctica: enseñó su firme puño cerrado; luego le preguntaron por la retórica, y entonces extendió la palma de la mano. Es una buena figura. Humor estoico. Mi gusto por las frases/ sintagmas nominales: el mono de Mühsam, la vaca de Gombrowicz, el porquero de Agamenón y la internacional situacionista, uniendo nombres propios, refiriendo, sí, acontecimientos (porque es eso, es eso) pese a no utilizar infinitivos, verbos, de algún modo se corresponde con mi amor, como era aquello, por el MINERAL PURO, PIEDRA CTÓNICA, TERRÓN DE AZÚCAR...esto es, TIPOS. Inocular tipos en una superficie (¿pero puede ser otra que la vida?) desbaratando el pseudoequilibrio de las facultades y su ordenamiento representativo. No a la armonía pre-establecida: intuición, entendimiento, razón, imaginación, gravitando en torno al sujeto trascendental, al idYOta. Se trata del SÍMBOLO. Una simbología es una tipología en un grado jamás visto. Algo que da que pensar atrayendo todo el aire en derredor sin dejar de convertirlo a su vez en pensamiento. Tener que pensar volviéndose pensamiento, volverse pensamiento para poder pensar. Ya lo decía en griego el ya no griego: HENKAIPAN.

sexta-feira, 22 de janeiro de 2010

PRIMER MANIFIESTO ARARAÎSTA

El orto y el ocaso del poema: esquizopóiesis y balbuceo


¿Qué es lo que pedimos? Una balanza de torsión para el poema, una nueva arquitectura sísmica de la palabra que recoja las tensiones más sutiles producidas ya desde el momento en el cual se nos aboca a determinarnos una lengua.


No queremos eliminar el movimiento browniano inherente a los procesos internos de la escritura, muy por el contrario únicamente a través de ese azar se podrá impedir que triunfen las fuerzas reactivas del uso rutinario, común, cansado.


Porque el movimiento browniano de la escritura no es otro que la vida. La oralidad del poema es un asunto menor y periclitado, que, en todo caso, permanece en la más ruin de las abstracciones si se ve separado de este elemento azaroso y esencial del acto de escribir, o de lo que significa el llevar consigo permanentemente una obra a cuestas, como Sísifo su piedra. La obra frente al libro. La herida que existía antes que nosotros, decía Bousquet: hemos nacido para encarnarla. Elemento azaroso sujeto, sin embargo, a una ley probabilística. Nunca se trató de otra cosa. Rimbaud: desarreglo racional de los sentidos. Kant y la crítica de la facultad del juicio.


Pero basta de personalismos, de caracterologías, de idiosincrasias egotísticas: ” el gran Tao fluye por todas partes, ama y nutre todas las cosas, pero no las señorea“. Se trataría de refutar las bastardas y estériles fantasías del conocimiento basado en la autopercepción como representación de un concepto, tiranía del sujeto trascendental, raepresentatio que sin embargo no deja, en el fondo, de entenderse como una máscara del enraizamiento del tò ón en la presencia.


¿Acaso no saben de lo que hablo? Por supuesto que lo saben. La única dialéctica que merecería la pena es el balanceo cíclico y agrimensor entre el ritual de las Epidemias y la liturgia de las Apodemias, si a tal nudismo cupiera llamarlo dialéctica. Es la gymnasia política por antonomasía: el poema constituyendo la posibilidad hermenéutica de un pueblo, el pueblo fundando el terreno gramatical de la poesía. Pueblos y poemas, querido Deleuze, conjunción posible para la esquizofrenia sana, también denominada esquizohigiénesis, poética del esquizo, esquizopóiesis.


Nos referimos, si tal cosa de referirnos no es un puro sinsentido, a la técnica de escritura inagurada para la historia de la literatura (de la medicina, de la filosofía) por el iluminista avant la lettre Ion de Quíos en su libro, más bien cuaderno, de Epidemias. Mientras que, por su parte, las Apodemias serán hecatombes en señal de despedida, o sacrificios de la partida ofrecidas a las potencias del empíreo olímpico.


No cantos laudatorios en honor del dios que se acerca, sino poemas trágicos a la divinidad que se retira, tan adecuados para ese momento de la soledad ante el espejo (por una vez digámoslo literariamente: tal vez somnolencia agónica de unas aguas cristalinas, quizás potencia ctónica de mineral puro sobresaliendo entre peñascos) en el cual, en el cual (sic!), percibe el hombre el imperativo de la construcción de un rostro, mientras desde su tradicional pasividad siente alejarse la inculcada cotidianeidad del ser, topándose así, sin mediación posible de ninguna clase, de bruces con toda la no significancia de una ausencia primera, un agujero que afecta también su cronología, vacío de angustia en virtud del cual se le facilitará la comprensión, paradójica y retrospectivamente, de su propia edad del balbuceo, edad dionisíaca y estética por excelencia, cuando se observa partir a los ángeles protectores de la humanidad como especie, tal vez la omnipresente Gea u otra diosa de la physis, sin que su antiguo espacio-función, abierto ahora como una herida-piélago que crece sobre la mar, vea madurar la redentora cicatriz mediante la acción cataplasmática del lenguaje, simulacro moderno de la ley original llamada nomos.


Creemos, por lo tanto, que entre las epidemias y las apodemias, entre los sacrificios que son de la presencia y aquellos que son de la partida, en la hora temprana del balbuceo, se situaría, a la vez, el orto y el ocaso del Poema.