Pájaro del olvido
Soy tu carne;
Hiciste, de mí, tu nido...

sexta-feira, 22 de janeiro de 2010

PRIMER MANIFIESTO ARARAÎSTA

El orto y el ocaso del poema: esquizopóiesis y balbuceo


¿Qué es lo que pedimos? Una balanza de torsión para el poema, una nueva arquitectura sísmica de la palabra que recoja las tensiones más sutiles producidas ya desde el momento en el cual se nos aboca a determinarnos una lengua.


No queremos eliminar el movimiento browniano inherente a los procesos internos de la escritura, muy por el contrario únicamente a través de ese azar se podrá impedir que triunfen las fuerzas reactivas del uso rutinario, común, cansado.


Porque el movimiento browniano de la escritura no es otro que la vida. La oralidad del poema es un asunto menor y periclitado, que, en todo caso, permanece en la más ruin de las abstracciones si se ve separado de este elemento azaroso y esencial del acto de escribir, o de lo que significa el llevar consigo permanentemente una obra a cuestas, como Sísifo su piedra. La obra frente al libro. La herida que existía antes que nosotros, decía Bousquet: hemos nacido para encarnarla. Elemento azaroso sujeto, sin embargo, a una ley probabilística. Nunca se trató de otra cosa. Rimbaud: desarreglo racional de los sentidos. Kant y la crítica de la facultad del juicio.


Pero basta de personalismos, de caracterologías, de idiosincrasias egotísticas: ” el gran Tao fluye por todas partes, ama y nutre todas las cosas, pero no las señorea“. Se trataría de refutar las bastardas y estériles fantasías del conocimiento basado en la autopercepción como representación de un concepto, tiranía del sujeto trascendental, raepresentatio que sin embargo no deja, en el fondo, de entenderse como una máscara del enraizamiento del tò ón en la presencia.


¿Acaso no saben de lo que hablo? Por supuesto que lo saben. La única dialéctica que merecería la pena es el balanceo cíclico y agrimensor entre el ritual de las Epidemias y la liturgia de las Apodemias, si a tal nudismo cupiera llamarlo dialéctica. Es la gymnasia política por antonomasía: el poema constituyendo la posibilidad hermenéutica de un pueblo, el pueblo fundando el terreno gramatical de la poesía. Pueblos y poemas, querido Deleuze, conjunción posible para la esquizofrenia sana, también denominada esquizohigiénesis, poética del esquizo, esquizopóiesis.


Nos referimos, si tal cosa de referirnos no es un puro sinsentido, a la técnica de escritura inagurada para la historia de la literatura (de la medicina, de la filosofía) por el iluminista avant la lettre Ion de Quíos en su libro, más bien cuaderno, de Epidemias. Mientras que, por su parte, las Apodemias serán hecatombes en señal de despedida, o sacrificios de la partida ofrecidas a las potencias del empíreo olímpico.


No cantos laudatorios en honor del dios que se acerca, sino poemas trágicos a la divinidad que se retira, tan adecuados para ese momento de la soledad ante el espejo (por una vez digámoslo literariamente: tal vez somnolencia agónica de unas aguas cristalinas, quizás potencia ctónica de mineral puro sobresaliendo entre peñascos) en el cual, en el cual (sic!), percibe el hombre el imperativo de la construcción de un rostro, mientras desde su tradicional pasividad siente alejarse la inculcada cotidianeidad del ser, topándose así, sin mediación posible de ninguna clase, de bruces con toda la no significancia de una ausencia primera, un agujero que afecta también su cronología, vacío de angustia en virtud del cual se le facilitará la comprensión, paradójica y retrospectivamente, de su propia edad del balbuceo, edad dionisíaca y estética por excelencia, cuando se observa partir a los ángeles protectores de la humanidad como especie, tal vez la omnipresente Gea u otra diosa de la physis, sin que su antiguo espacio-función, abierto ahora como una herida-piélago que crece sobre la mar, vea madurar la redentora cicatriz mediante la acción cataplasmática del lenguaje, simulacro moderno de la ley original llamada nomos.


Creemos, por lo tanto, que entre las epidemias y las apodemias, entre los sacrificios que son de la presencia y aquellos que son de la partida, en la hora temprana del balbuceo, se situaría, a la vez, el orto y el ocaso del Poema.

Nenhum comentário: