Para qué estrofar la antistrofa de sílice.
Se hilvana, a mi cuerpo de hombres
tus atrofiados pechos.
Despeñaperros donde la sierra
muerde a los poetas.
Y el silencio de Silvana.
Para qué guerrear el verso
si no cabe batalla en el envés
de la hoja, con el que la espada...
Sílice, Rilke, decirte quise
pero te estuviste muerto.
Para mí, te lo estuviste. Apegado a tu
pequeño bigote austriaco: aun así te quiero.
Sólo te pregunto a ti
y a todos los poetas que vais a la sierra
a ser mutilados
o mordidos
para qué atrofiar la estofa
si Silvana a su cuerpo
trufado de estrofas, estrufado,
se hilvana sí de sí
no me mí
no mi pecho
no mi escorzo de miembro universal
-- contumacia de salpicadero.
Oh sílice de vos, oh estofa de ridículos poetas!
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