detrás de cada pájaro.
Tromperiza la lechuza los falopios
cual quimera que no crece.
Y las hadas se bifurcan
cada enano en apariencia.
Pues no
Hay hábito de sí
como si la sombra siembra.
Tal vez existimen los poetas
Veréis entonces cómo se le dice
a la nube que no llueva
y a la pelota que se olvide
de libre árbitro.
Pero jamás
Lo que abundan son especialistas maxifaciales
y horas muertas que, como el ricino o la miel,
se filtran por los capilares del deseo.
Oh de los malvados que aman!
Oh de los buenos que arborecen!
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