Miras mi gramática y niegas.
Granítica.
Te vas con el primero que te mira.
El círculo que te circunda no me pertenece.
Te creen naturaleza. Un príncipe bregó
tu ausencia con una rosa.
Palmípedamente ociosa cogiste la vaina
de su espada cuando te dio la espalda.
Espejaste la frente de un tercero mientras
esperabas que otro te trajese una canción.
A veces te miro y me mueres
desde la tangente.
Polarizo las soledades con urgencias
cuando las horas vírgenes rodean su cintura.
Esta historia es cruel, payasa,
gélida como un pergamino.
Es amor la risa que ella no soporta,
es pasión la amabilidad que él deplora.
Y esta noche mañana
recojo tu sintaxis y afirmo
Cuanta más fuerza en la cabeza
menos carne hay en el cuerpo.
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